Los proyectos de integración de la primera mitad del siglo XIX
INPHI
Mónica Nicoliello Ribeiro
9/14/2024
La ocupación de España por Napoleón provocó, como se sabe, la crisis de la monarquía hispánica, que afectó el desarrollo histórico de la zona hispanohablante a lo largo de los siglos XIX y XX, disgregándola políticamente. Pero hubo proyectos para recuperar la unidad sobre bases como una monarquía reformada, una confederación, o un congreso. Un proyecto pionero, en este sentido, fue el de Juan Francisco Antonio Zea Díaz, diplomático colombiano nacido en 1766 en Medellín, Nueva Granada.
El 7 de octubre de 1820, en Londres, dio a conocer al Duque de Frías, Bernardino Fernández de Velazco, embajador plenipotenciario de Fernando VII, un “Plan de reconciliación y Proyecto de Confederación Hispánica” con capital en Madrid. No se sabe hasta qué punto este proyecto tenía respaldo del Libertador, pero se proponía la “reconciliación y reunión de la gran familia discorde y dispersa, la regeneración completa de la monarquía y creación de un nuevo imperio”. Frías elevó el proyecto al secretario de Despacho Evaristo Pérez Castro, que a su vez lo elevó tanto a Fernando VII como a las Cortes. Ni Fernando VII, ni las Cortes, ni Bolívar, que lo desautorizó, aprobaron el proyecto. Zea murió en Londres en 1822 tramitando un préstamo para Colombia. Es bueno saber en qué consistía su hoja de ruta para la reconciliación y confederación:
1. Desde el punto de vista político, la Confederación estaría formada por todos los territorios de régimen virreinal o republicano unidos por una monarquía constitucional. Los que se habían declarado independientes y los que no.
2. Desde el punto de vista comercial, se formaría una Unión aduanera con una tarifa externa común para todos los miembros de la Confederación. Habría libertad de comercio dentro de la Confederación, que sería proteccionista con relación a los productos de origen externo, sobre todo británico.
3. De lo anterior se derivaría la formación de un mercado común, formado por unas treinta millones de personas, un incentivo para el desarrollo de la industria.
4. Habría un mecanismo de doble ciudadanía que consistiría en lo siguiente: todo americano que se instalara en la Península adquiriría automáticamente la ciudadanía española, y todo español que se instalara en América hispana adquiriría, automáticamente, la ciudadanía hispanoamericana.
5. En caso de agresión externa, las repúblicas y reinos de esta monarquía formarían una alianza militar-ofensivo defensiva para asistirse recíprocamente.
El proyecto de confederación de Zea Díaz está vigente para los países hispanos que forman “la familia discorde y dispersa”. De hecho hubo muchos proyectos de confederación en el siglo XIX en diferentes regiones. Simón Bolívar quiso impulsar una, aunque sin España, y para eso convocó un Congreso en Panamá en el año 1824, que finalmente tuvo lugar en 1826. Asistieron Colombia (heredera de Nueva Granada), México, heredero de Nueva España, Perú, y Centroamérica.
En el Río de la Plata José Gervasio Artigas también impulsó una Confederación o Liga Federal, pero unos diez años antes, con una hoja de ruta similar, que incluía un Congreso coordinador de las provincias autónomas (territorios del actual Uruguay y provincias del Litoral argentino), un proyecto aduanero, de alianza militar-ofensivo defensiva, y un régimen agrario capaz de mejorar la productividad de la tierra, incluyendo a los indios, zambos, y negros libres, y con preferencia a las viudas con hijos y a los pobres, es decir que la productividad iba junto con la función social de la propiedad.
En 1824 se constituyeron los Estados Unidos Mexicanos. Entre 1831 y 1852 las provincias platenses formaron la Confederación argentina. Entre 1824 y 1841 las provincias centroamericanas formaron la República Federal de Centroamérica. En 1837 por el Pacto de Tacna, se formó la Confederación Perú-Boliviana, formada por los territorios del Norte y Sur de Perú, comunidades indígenas y territorios amazónicos y Bolivia. Algunos de estos proyectos sobrevivieron, otros no, por ejemplo, la Gran Colombia de Bolívar se disolvió en 1830, pero ninguno llegó a tener la extensión deseada por Francisco Antonio Zea.
Más allá de los esfuerzos regionales de la primera mitad del siglo XIX, hubo una serie de Congresos hispanoamericanos que tuvieron como objetivo conservar la unidad, y que se desarrollaron en la segunda mitad del siglo XIX. Este ciclo comienza con el primer Congreso de Lima en 1847, y termina con el segundo Congreso de Lima, en 1864-1865, que representa un punto de inflexión en la historia política del continente, desgraciadamente, no en beneficio de la unidad. Dejamos para una próxima entrega el análisis de este ciclo y de una hoja de ruta tan importante como la presentada por Alberdi, que también está vigente.